Sin necesidad de entrar en la fortaleza ya se puede alzar la vista y ver todo el pueblo y más allá, aunque la niebla de hoy dificulta la visión bastante.
Antiguamente, en época medieval, los ojos de los soldados estaban tan agudizados que con un solo vistazo podían ver si el enemigo venía y calcular aproximadamente la distancia a la que se encontraban. Trae curiosidad saber que muchas veces esa distancia se media en unidad de tiempo, no por ello refiriéndome a horas/minutos/segundos.
Por otra parte, en esa época casi todo lo que hoy son casas, edificios o naves industriales eran bosque, árboles talados a veces por necesidad y a veces sin ella, pero que hoy solo podemos imaginar cuando miramos desde la muralla al horizonte. En aquella era la niebla solo reducía el campo de visión, pero cualquier ruido que se escuchara, como espadas, pasos, caballos, etc. disparaba la alarma con una única debilidad, la niebla.
Hoy la niebla es molesta, nos dificulta el campo de visión al volante, nos priva de bellos paisajes y poco más. Pero la niebla también es bella, y como prueba ahí teneis la foto. Eso sí, el paisaje caravaqueño, mires para donde mires, no se queda pequeño.
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